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Gastronomía 05/06/2025Ahora encabeza el ranking mundial de una prestigiosa publicación gastronómica
En una rústica casona de fachada blanca y amarilla, sobre la calle Matheu 433 en pleno centro histórico de San Antonio de Areco, se esconden los secretos de un manjar de culto. “Si vas a Areco trae alfajores”, suelen decir quienes los veneran desde hace décadas. La familia Gabba en su fábrica de chocolates “La Olla de Cobre”, hace 47 años, se encarga de custodiar la receta de este clásico con masa esponjosa, generoso dulce de leche y baño de chocolate amargo totalmente artesanal.
Y ahora una de sus creaciones, relleno de mucho dulce de leche bañado en chocolate con 70% cacao, fue elegida como “El mejor alfajor del mundo” por la reconocida publicación gastronómica Taste Atlas. Según el sitió de la fábrica de chocolates, cada unidad tiene un precio de $1900, la media docena sale $11.400 y la docena de alfajores $22.800.
Carlos Gabba y Teresa Fanelli se criaron y conocieron en las callecitas adoquinadas del pueblo. Él durante años se encargó de distribuir golosinas y cigarrillos por distintas ciudades cercanas y ella era docente. Fue a principios de 1978 cuando el matrimonio comenzó a elaborar sus icónicos alfajores. “Como en esa época veíamos que se estaba armando un mini turismo, sobre todo los fines de semana, se nos ocurrió idear una propuesta local para los viajeros. Es un producto muy argentino. Cuando uno va de vacaciones siempre tiene la costumbre de llevar una cajita de obsequio a familiares o amigos” cuenta Gabba de 72 años.
Desde los inicios se trató de un emprendimiento familiar. Carlitos y Teresita, como los llaman afectuosamente, comenzaron a diseñar la receta perfecta en la diminuta cocina de su hogar: fundían los chocolates en unas antiguas ollas de cobre, estiraban las masas con el palote, luego los rellenaban con el dulce de leche y hasta los envolvían manualmente uno por uno.
“Hacíamos un lío. Cuando empezamos a mejorar pasamos de la mano a una amasadora y del horno de la cocina a uno más industrial”, describe Carlos. Y aseguran que fueron meses de prueba y error hasta encontrar la materia prima adecuada. ”Queríamos ofrecer algo realmente bueno y no encontrábamos una cobertura de calidad para bañarlos. Entonces decidimos abocarnos a la elaboración de nuestro propio chocolate amargo. Cuando logramos lo que estábamos buscando nos dimos cuenta que también podíamos utilizarlo para bombones y figuras."
El 1 de mayo de 1978 montaron en la entrada del garaje de su casa (donde actualmente se encuentra la chocolatería) una alargada mesa con mantel y presentaron sus obras de arte al público. La fecha fue ideal, ya que al ser feriado, por el Día del Trabajador, había más concurrencia en la calle de lo habitual. En pocas horas los alfajores resultaron un éxito y se agotaron. “Gustaron mucho de entrada, fue algo increíble”, asegura. Lo anecdótico es que por aquel entonces, aun el emprendimiento no tenía nombre. Fue Carolina, la hija mayor del matrimonio, quien se inspiró. “En esa época ella era muy chiquita y como nos veía que trabajábamos con unas ollas de cobre nos sugirió que lo llamáramos así y quedó. Así de simple, rápido y definitivo”, cuenta. Es el día de hoy que las antiguas ollas forman parte de la decoración del local y las conservan como verdaderos tesoros.
Carolina, Valentín y Agustín, se criaron en la chocolatería. Jugaban con las cacerolas, las cucharas de madera y desde pequeños diseñaban huevos de chocolate. Con el tiempo se volvieron unos apasionados del oficio. “Todo lo hicimos en familia, desde que nacieron están acá y conocieron el mágico mundo del chocolate. Tenemos muchos amigos de nuestros hijos que recuerdan los cumpleaños en casa con el aroma a cacao y los alfajores”, rememora Teresa. Todos continúan trabajando en el emprendimiento: la mayor abrió su propio local en Villa de Merlo, San Luis, y elabora, con su marido, las mismas recetas familiares de la Olla de Cobre. Valentín es abogado, pero siempre suele acompañarlos los fines de semana, feriados y días de mucho trabajo, mientras que Agustín es el encargado de la producción en la chocolatería.
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